Cuando mi esposa fue a la peluquería, esperaba que volviera con el pelo teñido de gris. Con el tiempo, empezaron a aparecerle canas y admito que me costó aceptarlo. Quería que luciera “joven” y radiante, pero ella tenía otras ideas. Cuando me envió una selfie después de nuestra cita, mi primera reacción fue de decepción. Todavía tenía el pelo gris y no entendía por qué. Pero lo que he aprendido desde entonces me ha hecho ver las cosas de otra manera. Más específicamente, he aprendido a amar y cuidar más a mi esposa.
Este artículo no trata solo de la decisión de mi esposa de mantener su color de pelo natural; trata de un movimiento, una tendencia creciente de mujeres de todo el mundo que aceptan sus canas como símbolo de confianza, autenticidad y resiliencia.
Esta historia incluso puede resonar en otros maridos que necesitan un pequeño recordatorio de que la belleza va mucho más allá del color del pelo.