El viaje rutinario de Linette al supermercado dio un giro impactante cuando vio a una jovencita que llevaba una pulsera de plata que había enterrado con su hija hacía cinco años. El descubrimiento desenterró recuerdos dolorosos y llevó a Linette a enfrentarse a un capítulo oscuro de su pasado.
Mientras ayudaba a un padre con dificultades en el pasillo de cereales, Linette notó la pulsera en la muñeca de su hija. Su corazón se detuvo cuando la reconoció de inmediato. “Era la misma pulsera que había enterrado con Emily”, se dio cuenta Linette con incredulidad. Atormentada por la visión, Linette descubrió un escándalo que involucraba al director de la funeraria, Harold Simmons, que había sido despedido por mal manejo de los servicios y presuntamente vender recuerdos funerarios, incluida la pulsera de su hija.
Decidida a buscar justicia, Linette se acercó a Bob Daniels, el padre que conoció en el supermercado. Él se mostró comprensivo, se disculpó por lo que había pasado y se ofreció a ayudarla. “No se trataba solo de la pulsera, sino de buscar justicia por la traición a la confianza”, explicó Bob.