Mi abuelo era la persona más tacaña del mundo. Recibí una tarjeta de regalo de $30 de él después de que murió. Por alguna razón, elegí usarla en lugar de regalarla. Hubo un momento en mi vida antes y después de ese evento. Cuando le di la tarjeta a la cajera, su rostro se puso pálido.
Cajera: Eso no es posible, ¿de dónde sacaste eso? Yo: Eh… Mi abuelo la tenía. Cajera: “¡PAREN TODOS!”. ¡FRENTE A NOSOTROS está el ganador del concurso secreto de nuestra tienda que se lleva a cabo durante diez años!
La cajera estaba muy emocionada de decirle al cliente que la tarjeta de regalo era un artículo promocional especial que tenía un premio de un millón de dólares que no se había usado durante años.
Me quedé allí atónita cuando el gerente de la tienda se acercó para confirmar lo que ya sabía que era verdad. El regalo “tacaño” de mi abuelo se convirtió en una fortuna que cambió toda mi vida y mi futuro en un instante. Lo que se puede aprender de la historia: Ser tacaño significa que te gusta hacer que cada dólar cuente. Pero a veces es bueno gastar el dinero que tanto te costó ganar en las personas que amas. No significa que gastes mucho dinero. Puedes demostrarles que te importan dándoles un capricho o el bonito regalo que siempre han querido.