Reencontrarme con mi amor de la secundaria, Jason, en un restaurante elegante parecía una comedia romántica. Pero a medida que avanzaba la noche, su encantadora fachada se resquebrajó y reveló un secreto impactante. El chico que había idolatrado había desaparecido. En la secundaria, yo era la chica tranquila y estudiosa que estaba enamorada de Jason, el chico de oro. “Emma, vamos, al menos tienes que intentar hablar con él”, me instó mi amiga Sarah, pero siempre sentí que estaba fuera de mi alcance.
Años después, me había convertido en una mujer exitosa. Una noche en la tienda de comestibles, me encontré con Jason. “¿Emma? ¿Eres tú?”, me preguntó, sorprendido. Decidimos ponernos al día durante la cena. En un restaurante de lujo, Jason recordó la secundaria. Pero algo no estaba bien. A mitad de la comida, puso un cabello en mi plato y llamó a la camarera, exigiendo una comida gratis. “Nunca deberías tener que pagar por una mala experiencia”, dijo, sonriendo. Cuando nos fuimos, me sorprendí. Jason seguía haciendo trucos baratos, estancado en sus días de gloria de la escuela secundaria. Bloqueé su número y sentí una sensación de cierre. Yo había crecido, y él no. Fue una lección valiosa: las personas cambian, y a veces no para mejor.