Una maestra se dio cuenta de que un niño pequeño estaba en el fondo de la clase retorciéndose, rascándose la entrepierna y sin prestar atención. Volvió a ver qué estaba pasando. Estaba bastante avergonzado y susurró que le habían hecho la circuncisión hacía poco y que le picaba mucho.
La maestra le dijo que fuera a la oficina del director; que llamara a su madre y le preguntara qué debía hacer al respecto. Lo hizo y regresó a su clase. De repente, hubo una conmoción en el fondo del aula.
Volvió a investigar y lo encontró sentado en su escritorio con la pija colgando. “Pensé que te había dicho que llamaras a tu mamá”, gritó. “Lo hice”, dijo él, “y ella me dijo que si aguantaba hasta el mediodía, vendría a recogerme a la escuela”.